Objeciones a la hipótesis de Menzies:
domingo, 10 de abril de 2011
1421 - ¿EL AÑO EN QUE CHINA DESCUBRIÓ EL MUNDO?
Objeciones a la hipótesis de Menzies:
miércoles, 9 de febrero de 2011
LIBROS Y CINE - EL SECRETO DE SUS OJOS
Momento memorable la escena del juez (atención a los silencios y las miradas entre los distintos personajes en un ejercicio de talento y buen cine...):
El 30 de mayo de 1968 fue el último día en que Ricardo Agustín Morales desayunó con Liliana Colotto, y durante el resto de su vida recordó no solo de qué charlaron, sino también qué tomaron, qué comieron, cuál era el color del camisón de ella y el efecto hermoso que producía un rayo de sol que le daba de costado, en la mejilla izquierda, ahí sentada en la cocina. La primera vez que Morales me lo contó pensé que estaba exagerando. Que no podía acordarse de semejante cantidad de detalles. Pero mi error de apreciación se debió a que todavía no lo conocía bastante e ignoraba que Morales, con esa cara de idiota redomado que tenía, era un tipo de una inteligencia, una memoria y una capacidad de observación como yo jamás en la vida había visto, ni volvería a ver. Había un motivo para que Morales tuviera semejante fidelidad en el recuerdo. Ese hombre recordaba así cada cosa que había tenido que ver con su esposa.
Más adelante, cuando Morales se permitiera hablarme de sí mismo, me tocaría escucharlo describirse como un tipo anodino, grisáceo, con un destino propio de esa criatura. Morales se catalogaba sin compasión como ese hombre que transita la familia, las escuelas y los empleos sin dejar huella alguna en los otros. Nunca había tenido nada bueno, ni nada especial, y siempre le había parecido justo. Así hasta Liliana. Porque ella había sido las dos cosas. Enormemente, lo había sido. Por eso atesoró esa mañana en su recuerdo, y no porque fuera la última. La guardó como había guardado todas las anteriores del año y pico que llevaban casados. Cuando después me contó con lujo de detalles todo lo que había pasado en ese desayuno, no hizo como el común de los mortales, que tratan de reconstruir desde vestigios casi ilusorios, o desde lo que recuerdan fragmentariamente de otras ocasiones similares, situaciones o sensaciones que han perdido para siempre. Morales no. Porque sentía que tener a Liliana era una felicidad abusiva, que nada tenía que ver con lo que había sido el resto de su vida. Y que, como el cosmos tiende al equilibrio, él tendría tarde o temprano que perderla para que las cosas volviesen a su orden debido. Cada uno de sus recuerdos con ella estaba teñido de esa sensación de naufragio inminente, de catástrofe a la vuelta de la esquina.
Jamás se había destacado en nada. Ni en la escuela, ni en los deportes, ni siquiera en la familia había merecido más que algún ocasional elogio por cualidades en el fondo intrascendentes. Pero el 16 de noviembre de 1966 había conocido a Liliana, y con eso había bastado para cambiarle la vida. Con ella, por ella, gracias a ella, él había sido distinto. Desde que la vio atravesar la puerta giratoria del banco, y preguntar a un custodio cuál era la cola para depósitos, y acercarse a la ventanilla cuatro con pasos cortos y firmes, sintió que esa mujer iba a cambiarle la vida. Aferrado a la certidumbre desesperada de que en esa mujer se jugaba su destino, Morales había osado sobreponerse a su timidez, sacarle conversación mientras contaba el dinero, sonreírle con toda la cara, mirarla a los ojos y sostener en ella la mirada, desear en voz alta que volviese pronto, revisar el archivo para averiguar a qué empresa pertenecía la cuenta corriente en la que había depositado, inventar un pretexto para llamar allí y recabar algún dato de esa joven.
Tiempo después, cuando ya podían considerarse oficialmente novios, Liliana le había confesado que esa temeridad, ese metódico arrojo de perseguirla sin resignarse a negativas, le había agradado hasta el punto de decidirla a aceptar finalmente sus invitaciones. Y que al conocerlo mejor, y conocer su timidez, su cortedad, su eterna vergüenza, había entendido más profundamente esa valentía inusual como la mejor prueba de un amor verdadero. Liliana decía que un hombre que es capaz, por el amor de una mujer, de cambiar su forma de ser, es un hombre que merece ser correspondido. Ricardo Morales tampoco olvidó esa conversación, y decidió seguir siendo así para siempre y para ella. Nunca se había sentido digno de nada, y mucho menos de semejante mujer. Pero supo que iba a aprovechar mientras pudiera. Hasta que el hechizo se rompiera y todo volviese a ser ratones y calabazas.
Por todo eso Morales recordaría para siempre que el 30 de mayo de 1968 Liliana tenía puesto el camisón verde agua, y se había recogido el pelo en un rodete sencillo del que escapaban algunas hebras de pelo castaño, y el sol que entraba oblicuo por la ventana de la cocina le daba en la mejilla izquierda y se la encendía y la volvía aún más hermosa, y que habían tomado té con leche y comido tostadas con manteca, y que habían hablado de qué muebles quedarían mejor en la sala, y que él se había levantado de la mesa para traer desde el comedor unos planitos que había estado haciendo para distribuir los muebles de la manera más armoniosa posible, y que ella se había reído de su manía de planificar todo, y lo había mirado profundamente y le había sonreído y le había dicho que no se tomara tanto trabajo con esos muebles viejos, pobrecito, porque más temprano que tarde tendrían que transformar la sala en dormitorio, y él, lento y distraído o mejor, obnubilado en la adoración de esa mujer de otra galaxia, no habría de reparar en la indirecta, aunque sí atinaría a tomarla de la cintura para caminar juntos hasta la puerta de calle, para besarla lentamente en el umbral, para decirle adiós con la mano al salir, sin saber que era para siempre.
Eduardo Sacheri ("La pregunta de sus ojos")
lunes, 7 de febrero de 2011
GARY MOORE & B.B. KING - THRILL IS GONE
lunes, 31 de enero de 2011
IDIR & KAREN MATHESON - A VAVA INOUVA
A mediados de los 70 logra popularizar "A Vava Inouva", canción cabileña en lengua bereber.
En 1999, Idir graba el álbum Identités, donde colaboran Khalida Toumi, Karen Matheson, Manu Chao, Geoffrey Oryema, Brahim Izri, Thierry Titi Robin, l'Orchestre National de Barbès, Dan Ar Braz, Maxime Le Forestier, Zebda y Gnawa Diffusion, entre otros. Si os gustan las músicas del mundo merece la pena la escucha...
lunes, 10 de enero de 2011
NOSTALGIAS...
Para comenzar, una preciosidad interpretada por Diego el Cigala en su último trabajo, Cigala & Tango (2010), una aventura argentina del cantante español. Una delicia siempre (desde que le descubrí con aquellas lágrimas negras).
Y...¿quién cantaba la versión original de este tango? Claro que sí, don Carlos...
Seguimos con una de Calamaro, del 2009. Llegados a este punto debo comentaros una serie de consideraciones...O sea, teniendo en cuenta la Milonga del marinero y el capitán...Sin documentos...Para no olvidar... Todas esas joyas no eclipsan el hecho de que esta versión es una mierda (aunque la banda que acompaña al señor Andrés es fenomenal, incluso el ritmo de la canción es bueno y adecuado, y ese piano...en fin). Es decir, ¿cómo un tipo que ni siquiera era argentino (o sea, don Carlos) dice el tango infinitamente mejor que un tipo argentino? Serán cosas de la vida...
En una entrevista escuché a Buika comentar que había escuchado una versión de Nostalgias cantada por Zsa Zsa Gabor, y que hasta que no se separó no captó completamente el significado de la canción. Buena definición...sobre todo con su voz.
Espero que os haya gustado...
jueves, 6 de enero de 2011
MÚSICA Y CINE - EL ÚLTIMO EMPERADOR (1987)
miércoles, 5 de enero de 2011
MÚSICA Y CINE - MADAME BUTTERFLY (1995)
domingo, 2 de enero de 2011
MÚSICA Y CINE - EL CARTERO (1994)
"Y fue a esa edad... Llegó la poesía a buscarme. No sé, no sé de dónde salió, de invierno o río. No sé cómo ni cuándo, no, no eran voces, no eran palabras, ni silencio, pero desde una calle me llamaba, desde las ramas de la noche, de pronto entre los otros, entre fuegos violentos o regresando solo, allí estaba sin rostro y me tocaba..." (Pablo Neruda)
jueves, 30 de diciembre de 2010
domingo, 26 de diciembre de 2010
ERIC CLAPTON - MTV UNPLUGGED (1992)
En 1989 se inició una serie de miniconciertos acústicos emitidos por la antigua cadena musical MTV (y digo antigua porque ya no puede ser considerada ni siquiera como cadena de televisión, debido a la emisión de bazofias del tamaño de The Osbournes o realitys sobre Hulk Hogan...). La idea primitiva surgió a partir de una actuación de Bon Jovi y Richie Sambora en una gala de premios interpretando canciones como Wanted dead or alive con guitarras electro-acústicas de 6 y 12 cuerdas. La serie MTV Unplugged se inició en ese año de 1989 con la intención de promocionar las trayectorias de nuevos artistas, pero también de revitalizar las carreras de artistas ya consagrados, como fue el caso, en 1991, de Paul McCartney, o en 1992 de Eric Clapton, conciertos que reforzaron los comienzos de la serie (claro que, ¿a quién no le iba a gustar escuchar la guitarra acústica del Sr. Manolenta?)
El unplugged (desenchufado) de Clapton rápidamente se convirtió en el trabajo más vendido del guitarrista, y ese año cosechó 2 premios Grammy. Es una pieza que da gusto escuchar una y otra vez, con viejos temas como Layla, Old love o Malted milk, arreglados brillantemente para la ocasión. Todo un lujo.